21,30 h. Procesión: LA PASIÓN DE CRISTO.
Una procesión es un acto de carácter religioso y solemne organizado por personas que realizan un recorrido, de un lugar a otro, o bien partiendo de un lugar y volviendo a él.
En el cristianismo, las procesiones forman la parte más importante del culto exterior.
Es difícil hacer una historia de las procesiones. En los primeros siglos de la era cristiana fue muy común ver reunidos a los cristianos, aun en tiempo de persecución, para llevar en procesión a los cuerpos de los mártires hasta el lugar de su sepulcro.
Las procesiones ponen de manifiesto el gran misterio de la Iglesia en constante peregrinación hacia el cielo.
Además de esto, son un acto de culto público a Dios, que al mismo tiempo lleva consigo un carácter de proclamación y manifestación externa y pública de la fe. Y con todo ello ayudan a la oración y a los deseos de mejorar.
En los siglos XIV y XV, la aparición y difusión de las órdenes mendicantes supuso un cambio en la vivencia religiosa de los fieles, pues estas órdenes pretendían un acercamiento de lo sagrado al pueblo, y el adoctrinamiento y enseñanza de éste en los misterios de la fe.
De ahí que las imágenes religiosas se multiplicaran a partir de entonces, y surgieran representaciones teatrales de carácter religioso.
Pero, sin duda alguna, es a raíz del Concilio de Trento cuando las procesiones adquieren una enorme importancia, cuando la Iglesia Católica ve en este tipo de actos un poderoso instrumento de evangelización y persuasión, en un marco donde el impacto visual de la imagen era más efectivo que la lectura de relatos bíblicos, que por otra parte era limitada debido a las altas cotas de analfabetismo y a que estaba prohibido traducir los textos sagrados del latín.
Durante la Semana Santa la Iglesia Católica recuerda los últimos días de la vida de Jesucristo, desde la entrada triunfal en Jerusalén y su pasión, hasta la resurrección que simboliza el triunfo del hijo de Dios sobre la muerte. De esta forma, se pasa de una celebración marcada por el luto, el silencio y la solemnidad, a la alegría desbordante simbolizada en las flores o los colores claros de las vestiduras.
La tradición en Tordesillas, de estas procesiones de Semana Santa, las podemos situar en el año 1412, cuando San Vicente Ferrer, (dominico impulsor de las procesiones con imágenes de Cristo y la Virgen María, a los que acompañaban los flagelantes y hermanos de luz), llegó a predicar a los judíos de la Villa y que encontraría a los fieles preparados para adaptar sus cofradías devocionales en penitenciales, de sacrificio y de asistencia, ya que tenían una larga tradición, en procesionar Imágenes de Cristo, de la Virgen o de algún Santo.
Como ocurrió con la cofradía de la Vera Cruz fundada a raíz del regreso de los franciscanos de tierra Santa, que trajeron la veneración a la Verdadera Cruz de Cristo y erigió, en torno a 1.300, un "humilladero de la Cruz" , que atendería la cofradía y procesionaba, en Mayo y Septiembre.
Esta cofradía, que siguió con las celebraciones y procesiones propias de la Cruz titular, derivó a Cofradía de penitencia y sacrificio incorporando otra procesión con un Crucificado: El Sanco Cristo de las Batallas, que pondría en el Humilladero para venerarle y sacar en procesión el Jueves Santo.
Las cofradías, por los motivos expuestos en "Cofradias", se vieron mermadas en el número de cofrades por lo que se vieron obligadas a dejar los pasos en manos de los parroquianos, que por devoción y fieles a la tradición, no dejaron de procesionarles para mantenerla.
Durante la Semana se celebraban dos procesiones: la del Jueves que salía de la iglesia de San Pedro (con los pasos de la Vera Cruz: Oración en el huerto, flagelación, Nazareno y Cristo de las Batallas) y la del Viernes Santo (Con los pasos la cofradía de Nuestra Señora de las Angustias: El titular de dicha imagen y el Cristo del Perdón). Para ello se habían subido las imágenes desde sus respectivas ermitas, la Vera Cruz con el paso titular del Cristo de las Batallas hasta San Pedro y los de las Angustias a Santa María. Probablemente también el Santo Sepulcro, desde San Juan, pues la Cofradía desapareció en 1783.
A ambas procesiones acudían las dos cofradías.
Tras la invitación al alcalde de la Villa, se celebraba el Sermón del Mandato y posteriormente la procesión acompañada por trompetas y cánticos. Al finalizar la misma se pagaba, a los treinta y dos hermanos que habían portado a hombros los pasos, con pan vino y queso y se daba una propina a los que habían tocado las trompetas. También tenían la obligación de asistir a otras procesiones: El Corpus, San Roque...
Resultaría sobrecogedor ver desfilar los enormes conjuntos de figuras, con sus luces y sombras proyectadas por los cientos de hachas encendidas, portadas por los cofrades de luz, junto con los de disciplina, con su torso desnudo, ensangrentado por el flagelo de sus látigos.
Estas imágenes iban sobre unas grandes andas de madera, que llegaban a pesar más de 600 kilos, eran llevadas a hombros. Los portadores eran agasajados "con dos cántaros de vino, dieciséis panes y ocho libras de queso, que según costumbre se diera a los 32 hermanos que llevaron los pasos en la Procesión del Jueves Santo". Para la cual se había subido el Cristo en Procesión el Miércoles Santo a San Pedro, que salía en la procesión del jueves con el resto de pasos: Oración en el huerto, Flagelación y Jesús Nazareno.
En la actualidad hay 12 procesiones: del Viernes de dolor a Domingo de Resurrección.